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jueves, 19 de septiembre de 2013

Anemia cultural

Ilustración de Catiak




Mi vecino el vampiro está bastante desanimado. Desde hace un tiempo cada vez que salimos a pasear en las noches de verano no deja de quejarse de lo mal que está todo. Me comenta que ya no puede alimentarse como antes, que tiene que rechazar algunos platos porque o están anémicos o apenas tienen sabor. Hoy me hablaba de su cena de ayer, totalmente insípida, decía. Eligió con mucha paciencia a un estudiante de último año de literatura, esperaba conseguir hartarse de buenas lecturas, lo único que encontró fueron faltas de ortografía y muchas lagunas lingüísticas en su flujo sanguíneo. Cada día está más consumido y lo único que hace es renegar de tanta estúpida ley que extermina los sabores de toda la vida. Lo veo muy mal e intento distraerlo de sus cuitas hablando de otros temas, pero por si acaso no le digo que estoy leyendo Drácula.