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lunes, 28 de noviembre de 2011

Subterfugio

 
Ilustración de


Un demonio me visita muchas noches,  mira desde los pies de mi cama. No puedo ver su cara, se esconde en la oscuridad.
Nadie me cree cuando digo que  me ataca alguien malo. Las otras niñas se ríen y la profesora no me hace caso. Por mucho que se lo diga no es capaz de entender. Me explica que debo cambiar de actitud pero no me aclara cómo defenderme del diablo cuando me hace daño. Según ella no necesito hacer nada solo cerrar los ojos e imaginar cosas bonitas.
 ¿Cómo soñar cuando ese demonio jadea y se restriega contra  mí todas las noches? No entiendo lo que me dice pero me espanta. Tiene la misma voz que mi padre.

domingo, 27 de noviembre de 2011

Cienmanos

Ilustración: Ida Nokelainen  



Hoy un nuevo capítulo de la micronovela. ¡Continua la intriga!
Pincha en el enlace de Cienmanos y sigue esta aventura.

Capítulo 9:    Buscando una solución
Texto:            Ma
Ilustración:    Ida Nokelainen

lunes, 21 de noviembre de 2011

Recuerdos


Muchas gracias a Aurora Rua por el regalo de esta ilustración para Recuerdos, es el primero de mis textos que aparece en el blog con un dibujo especialmente concebido para el mismo.
Su gran sensibilidad e intuición han aportado con su ilustración una mirada más bella.
Os invito a visitarla pinchando en el enlace a su blog Maldelcap. ¡Aurora, muchas gracias! 

Ilustración: Aurora Rua
 
La mañana es clara, el cielo despejado, limpio de nubes. El hombre lleva de la mano a la niña, caminan despacio, no se oyen sus pasos amortiguados por el blando pasto, no tienen prisa, sus ojos fijos en la suave colina hacia la que se encaminan.
—Papá... ¿falta mucho? —dice la pequeña, echando hacia atrás su cabeza para mirar la cara del hombre.
—No, ya estamos —responde el padre, flexiona sus largas piernas para poner su rostro a la altura de la niña —Vamos a caminar unos pasos y cuando yo te diga nos tumbamos los dos en el suelo y empezamos a gatear ¿vale?
—¿Cómo los niños pequeñitos? —exclama la morena chiquilla, con cara de sorpresa —¿a qué vamos a jugar hoy?
—¡Ah...! eso no te lo puedo contar, se rompería la magia y no queremos que eso pase ¿verdad? —dice el hombre, con una amplia sonrisa que abarca todo su rostro —Es muy importante que estemos callados y no hay que hacer ningún ruido, tú sígueme y haz lo mismo que yo ¿de acuerdo?
La chiquilla asiente y sonriendo a su padre acerca su diminuto índice a los labios en un mohín de entendimiento. Vuelven a darse la mano y caminan muy despacio. Apenas han recorrido unos pocos metros cuando el padre indica a la pequeña con señas que ya ha llegado el momento de gatear.
—Tenemos que ascender hasta ahí —susurra el hombre, mientras señala la cima de la colina.
Ambos gatean lentamente sobre la hierba, poco a poco alcanzan la cumbre.
—Mira hija, mira... ¡qué maravilla! —exclama el padre, mientras muestra con su mano el pequeño valle que se extiende ante sus ojos.
No hay respuesta a las palabras del progenitor, en la cara de la criatura se refleja un completo y maravilloso asombro, sus grandes ojos pardos están totalmente abiertos con una expresión de absoluta incredulidad. El hombre la contempla con una sonrisa donde se mezclan la alegría y el orgullo, no puede quitar la vista del rostro de su niña disfrutando de ese momento.
—¿Verdad... qué es hermoso?
—¡Papá es... es... es …! ¡es precioso! ¡es mágico! ¿son de verdad?
El padre no puede evitar una sonora carcajada, mientras su mano revuelve los rizos negros de la niña.
—¡Claro que son de verdad!¡míralos bien, disfrútalos! Ahora voy a silbar para que los veas correr —exclama el hombre, acercando sus dedos a los labios emite un poderoso silbido.
El intenso pitido rompe el silencio del valle, los caballos que pastan en él elevan sus cabezas oteando el ambiente. Durante un segundo nada se mueve, de pronto todos los magníficos cuadrúpedos corren siguiendo al primero de la manada que se pone en movimiento, responde a la atávica necesidad de poner a salvo a sus congéneres del extraño sonido que ha roto la idílica paz del valle. Corren sin dirección atronando con sus poderosas pezuñas la tranquilidad de la hondonada. Poco a poco los esplendidos animales van tranquilizándose y todo vuelve a la normalidad.
Ajenos al transcurso del tiempo hombre y niña contemplan en silencio los movimientos de los soberbios equinos. Cuando el resplandor de la luna empieza a insinuarse se miran con una sonrisa de entendimiento, unen sus manos y emprenden el regreso a casa.























domingo, 20 de noviembre de 2011

Cienmanos

Ilustración: Sara Lew


Es domingo y ya está el nuevo episodio de la Micronovela Cienmanos, pincha el enlace y sigue esta aventura.

Capítulo 8:   Nuevas emociones
Texto:           Patricia O. (Patokata)
Ilustración:   Sara Lew

Espero que os guste.

lunes, 14 de noviembre de 2011

Abuelos como este

Imagen de Google



—Abuelo… ¿Dónde vamos?
—A ver a una amiga mía…
—Una amiga tuya… ¿de cuando eras pequeño…?
—No, no, una amiga de hace poco, pero es muy simpática…
—¡Ah, sí! Cómo de simpática…
—Mucho, ya lo verás, además tiene un niño de tu edad, creo…
—¡Qué bien, podré jugar con él!
—Claro, mientras yo hablo con mi amiga tú puedes jugar en la calle con su hijo.
—¡Ah, no! mamá me riñe si me suelto de tu mano.
—Pero, niña… esto no hace falta que se lo cuentes a tu madre y menos a la abuela…
—¿Por qué no?
—Pues es que  ellas no quieren que tenga amigas…
—Pues entonces por qué vamos…
—Porque tengo una cosa que contarle, por eso…
—¿Qué cosa…?
—Pues, cosas de mayores… ¿qué te parece si te doy cinco pesetas*?
—Si me das cinco pesetas es para que no cuente nada… ¿verdad?
—Ese es el trato…
—Pues si tengo que decir mentiras me tienes que dar veinte…
—¡Ely, no te pases de…!
—Pues no hay trato, ¡ea!
—¡Está bien…! Pero te tienes que quedar fuera jugando con el niño mientras yo estoy en la habitación con mi amiga ¿vale?
—¡Vaaaale! ¡Pero como me aburra con el niño, me vas a tener que dar más pesetas!
—¡Pero, niña…! A quién has salido tú…
—Mi madre dice que las mentiras se pagan…
—No, si ya, ya veo… menudo negocio tengo contigo…




*Antigua unidad monetaria española.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Cienmanos

Ilustración Inmaculada Soler


Bien, ya estamos en domingo y de nuevo llega Cienmanos.
Hoy el Capítulos 7: Receta de cocina

Texto:              Fortunata Pérez de la Ossa
Ilustración:       Inmaculada Soler

Venga, pásate por allí y entérate de lo que ocurre en este nuevo capítulo pinchando en el enlace.






lunes, 7 de noviembre de 2011

El ascensor

Imagen de Google



El viejo hotel ya casi no tiene clientes, pero aún conserva su encanto y señorío por eso no es raro encontrar en su vestíbulo parejas muy cariñosas. La mayoría de las veces vienen con urgencia por subir a la habitación, algunas no vuelven a bajar.
El hombre y la mujer que se están absorbiendo con autentico frenesí no aciertan a separarse cuando el ascensor abre sus puertas con un roce apenas perceptible; ofrece su interior de luminoso metal plateado y acoge a los dos que siguen besándose con auténtica avaricia. El elevador cierra sus mamparas metálicas de la misma manera que se abrió, en silencio.
Segundos después unos sonidos chirriantes se filtran a través de las rendijas, no duran mucho, apenas un suspiro. Más tarde el ascensor vuelve de nuevo a  la entrada muy  suavemente. Abre las puertas y emite un estertóreo eructo.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Cienmanos

Ilustración de Juanlu


Hoy es domingo y… ¡toca Cienmanos! Venga, pincha el enlace y disfruta del capítulo 6: Paradoja

Texto:         Daniel (Thanos_Malkav)

Ilustración: Juanlu  


¡No te lo pierdas!

martes, 1 de noviembre de 2011

Diario de Julia: La primera vez

Imagen de Google


Soy fea, por eso y solo por eso razoné que en algo debía destacar y después de muchos años de cavilar sobre este asunto decidí que lo que mejor podía hacer era ser una asesina.
Pero no estaba dispuesta a ser una más, sería la mejor, la más artística. Sí, soy fea pero eso no me anula como artista, más bien me favorece, nada lograría distraerme de mi misión.
El primer asesinato fue un tanto torpe, tengo que reconocerlo, nadie nace enseñado pero no estuvo del todo mal. A pesar de ser un poco chapucero  aportó un buen aprendizaje y entendí que paciencia y buena planificación eran la base de mi futura carrera como ejecutora.
La primera vez fue algo espontáneo, aún andaba dando vueltas a la idea, cuando al pasar delante de un establecimiento tuve la corazonada de que había encontrado a mi futura víctima. Contemplaba distraídamente el escaparate con artículos esotéricos, sin hacerme muchas ilusiones de encontrar el producto para el mal de amores que aquejaba a una compañera de trabajo, cuando desde el interior me llegaron voces estertóreas; un individuo de aspecto desaliñado con semblante alterado gritaba a una dependienta que permanecía con los brazos cruzados, como intentando protegerse, mirando con sorpresa a aquel energúmeno que movía sus brazos como si de un momento a otro fuera a dejarlos caer sobre aquella mujer que no osaba hablar. Apenas entendía lo que farfullaba pero los gritos y su aspecto me cuadraron para decidir que sería un buen ejemplar para estrenarme. Las ilusiones que hasta entonces habían poblado mis fantasías estaban materializándose ante  mí y pasando de ser simples sueños a las circunstancias ideales para romper por fin la rutina de la que nunca creí que me atrevería a salir. No  importaba porque gritaba, ¡fue tan desagradable oírle!, intentar imponer sus razones con semejantes formas sin permitir que la mujer se defendiera. Asumí  que alguien así era fácilmente prescindible.
Permanecí unos minutos más escuchando, quiso la suerte que el individuo se decidiera a salir con el cuerpo tenso y agitando aún los brazos como si quisiera apartar de sí enemigos invisibles. Lo seguí en su nervioso caminar, me deslicé en el ascensor tras sus pasos, nadie me vio, finales de un mes de Julio terriblemente caluroso, primera hora de la tarde.
Preguntó el piso al que iba sin mirarme, el último, le dije, mientras tanteaba en el bolso el hermoso cuchillo que con infinita paciencia había afilado para la llegada de este momento.
Lo sentí, noté su mango suave y cálido y agarré con fuerza.
Fue sencillo, clavé con energía en su abdomen, su cara pasó en un segundo de la furia a la más absoluta de las sorpresas. Ni siquiera sabía lo que le estaba pasando, pero dolía, me lo indicaba la expresión de su rostro que adquirió matices que en aquellos momentos, dado lo improvisado del asunto, no tuve ocasión de disfrutar. Ahora me recreo más.
Lo dejé caer y mientras resbalaba advertí que aquel cerdo me había  manchado la camisa;  un elemento a tener en cuenta en el futuro. Detuve el ascensor y pensé con rapidez, me deshice de  la camisa que guardé en el bolso y agradecí la bendita costumbre que tenía de llevar los hermosos fulares a los que era adicta; fue fácil transformarlo en una prenda que cubrió con bastante eficacia mi pecho. Mientras subía hasta el último piso percibí como aquella pequeña cabina se llenaba del olor metálico de la sangre, abrí la puerta y antes de cerrarla de nuevo una mirada final a aquel muñeco roto que descansaba en el suelo, sonreí ante su aspecto, ridícula postura para acudir al más allá.
Bajé despacio las escaleras hasta la calle, nadie me vio, y con nadie  tropecé, hasta que accedí a la gran avenida. Tomé el metro, me sentía poseída de un gozo lúdico que nunca antes había conocido.
 Había cometido mi primer crimen y comprendí que disfrutaría muchos más, poco a poco iría ultimando todos los detalles para conseguir con limpieza mis objetivos: ser la más grande asesina en serie de este país.
Regresé a casa con una actitud  de absoluto y total desenfreno, ansiosa cogí la camisa y me senté en el sillón tratando de decidir qué hacer con ella. No la quemaría sería una buena decoración, ahí en la pared, dentro de ese vistoso marco.