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domingo, 5 de diciembre de 2010

Certeza

Otras dos palabras para inspirar... Pirca y Pitonisa



 Certeza



Levítico 20:27 Y el hombre o la mujer que evocare espíritus de muertos o se entregare a la adivinación, ha de morir; serán apedreados; su sangre será sobre ellos.



Y me condenaron, no fui escuchada, ni tuvieron compasión. No sé que espero, mi mirada no puede apartarse de la pirca donde me han lapidado, debería lucir blanca, hiriente con este sol del mediodía, ahora tiene una extraña mancha de color granate, ni siquiera es roja, no, la sangre no es roja cuando se esparce por las paredes. Y… ahora qué debo hacer…
No he tenido tiempo de preparar a mi sucesora, ¿qué será de toda la  pobre gente que necesite consejo?
Antaño éramos respetadas, amadas incluso, reyes y plebeyos acudían a escucharnos, y ahora… se nos persigue y cuando nos encuentran nos matan.
Sólo decimos lo que los dioses nos inspiran, somos meros instrumentos de su voluntad, pero los sacerdotes de esta nueva creencia que se impone con rapidez por todo el mundo conocido no nos aman, nos tienen miedo… somos la palabra de los dioses, hablamos de tolerancia, de amor, de aceptar las diferencias, de respetar al extraño y todas esas son razones que en sus mandamientos no caben.
Nos buscan en las ciudades y en las aldeas más pequeñas y cuando nos encuentran nos aplican la ley de su libro sagrado.  ¿Cuántas de nosotras han muerto, cuantas morirán en los tiempos venideros? Cómo saberlo. No nos dejan enseñarles lo que somos, son incapaces de oír razones, no saben el bien que podemos traer.
 No es esto lo que yo escuche de su Maestro, no era  lo que predicaba, no fue esta la razón por la que murió… ¡qué triste! Su muerte, su resurrección han sido tergiversadas para acomodarlas a la ignorancia y la barbarie.
Podemos callar pero el don se nos otorga para hablar, aunque duela así debe ser, y a mí me fue encomendado anunciar todas las cosas que se torcerán con su manera de interpretar las nuevas enseñanzas, no es mi misión criticar, debo comunicar para que así todo pueda ser enmendado, aunque el hálito divino que me da la visión también me dice que no seré escuchada.
¿Quién será mi sucesora? ¿Quién será  la siguiente dueña del don? Ya no lo sabré. Sólo puedo confiar en lo que me fue transmitido,  a pesar de las persecuciones, las torturas y las muertes, seguiremos existiendo, hoy nos llaman pitias, pronto pitonisas, en el futuro brujas… tendremos tantos nombres. No importa como se nos llame, el misterio seguirá transmitiéndose  y viniendo para dar consuelo y esperanza.
Ya no hay nada más que yo pueda hacer, es hora de partir a escuchar el silencio.





2 comentarios:

Javier Ximens dijo...

Así es, bruja de la palabra, tu destino es la hoguera de las bibliotecas. ¿para cuándo un libro tuyo?
Besos

Loli Pérez dijo...

Ely, siempre consiges emocionarme, trasladarme a otra época. Hacer sentir lo que cuenta tu personaje.
Yo tengo "algo" con un personaje que persiguen y quieren quemar, pero hice que escapara y de momento está escondida en un lugar, escribiendo todo lo que sabía. Bue, así la dejé hace un par de años y no volví a esa historia, pero siento que cuando esté preparada deberé volver y escuchar todo lo que ese personaje quiera decirme.

Un abrazazo

L;)