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Vendaval 2012 |
En el
reparto me tocó un varón, jamás hubiera imaginado que existieran musas
masculinas. El mío tenía el aspecto de robusto angelote con cara de bebé y un
hermoso mostacho, iba vestido con una especie de pañal pero era insuficiente
para contener su inmensa barriga. Sus
alas eran tan diminutas que a duras
penas conseguían mantenerlo en el aire. La mayoría de los días se desplazaba
hasta apoyarse en mi hombro derecho desde donde convenientemente sentado me
susurraba las palabras que debía escribir.
La
verdad es que no nos iba nada mal,
excepto por mi dolor de espalda. Apenas medía veinticinco centímetros pero
parecía pesar ciento veinte kilos. Le recomendé que adelgazara, no le gustó, me
miró muy severamente, frunció los labios bajo su espeso bigote y desapareció.
Desde
entonces he sido incapaz de escribir, solo vegeto frente al ordenador mirando
durante horas la pantalla en blanco.
Esta es
mi contribución al Vendaval 2012. Si queréis leer los micros presentados a este
evento pinchad aquí.