—¿Por qué te has
levantado tan pronto? Te pensaba llamar a las ocho para que cenaras y llegar
con tiempo al trabajo.
—Me he despertado por
culpa de un sueño muy malo.
—Sí, sí que ha tenido
que ser malo…
—Menuda pesadilla,
María. ¡Pues no van y me llaman del banco para decirme que les debemos
trescientos y pico euros en intereses de demora! ¡Y además la letra del
crédito!
—¡Ay, madre! Eso es…
—Voy y le respondo al
tío que si no ha visto que estamos en números rojos y que no lo puedo solucionar
enseguida. Y va y me dice que tenía que pagar en ese momento…
—No me extraña que te
hayas despertado…
—¡Espera que hay más!
Me voy para el banco y cuando llego les digo que quiero ver al que manda más,
al director no, al que está arriba del todo. Al final después de muchas vueltas
y pasillos lo encuentro. El tipo todo chulo me dice que no, que nada de nada.
Que el negocio está muy mal y los de abajo tenemos que solucionarlo.
—¡Sinvergüenzas!
—¡Total, que no sé
cómo voy y le corto la cabeza…!
—¡Muy bien! Así se…
—¡De bien, nada! Le
empiezan a crecer cabezas y cada una de ellas me grita exigiéndome los euros.
—¡Ay, señor, señor! No
puede ser que hasta en esto consigan ganar.
—Miedo me da, María,
para mí que nos han embargado hasta los sueños y nos han dejado las pesadillas.
Esta es mi aportación a la convocatoria “Primavera de microrrelatos indignados 2014”. Si quieres leer más indignados, visita el blog del organizador La colina naranja, pincha AQUÍ