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Dedicado a Ximens del blog montesdetoledo
que fue quien le dio a Julia el mote de becaria asesina.
—Yo
creo que una manera de unificar en un libro los cuentos que has escrito sobre la becaria asesina sería
hacerla viajar. Me explico, cada vez que viaje por motivos de trabajo ejecuta
un asesinato. Eso daría cierta coherencia al libro.
—¡Uh!
No es mala idea… no…
—Pienso
que no, los editores quieren cierta relación entre los textos, los viajes de tu
protagonista serían el nexo común.
—La
verdad es que me está gustando la idea, mucho. Al fin y al cabo mi asesina mata
por el simple placer de matar, cuando le da la gana y esos viajes le vendrían
bien para relajarse matando. ¡Uy, la parada siguiente es la mía!
—Sí, es
cierto. Bueno, escritora, espero que puedas desarrollar la trama, ya me contarás.
¡Hasta pronto!
—¡Hasta
luego! ¡Nos vemos! ¡Y… gracias!
—Vamos
a ver, señora. Se lo voy a repetir una vez más. Tenemos una denuncia contra
usted en la que se le acusa de conocer a una asesina y hay varios testigos que
afirman que alardeaba de ello en el autobús.
—¡Le
vuelvo a repetir, señor policía, que yo no conozco a ninguna asesina, yo
escribo sobre una… y muy buena por cierto, no hay manera de pillarla!. Pero y
se lo vuelvo a repetir es ficción, única y exclusivamente una ficción.
—La
escucharon nombrando a una tal Julia y como la iba a hacer viajar para que
fuera matando en otras ciudades…
—¡Claro!
Julia es el nombre de la becaria asesina, mi personaje. Y los viajes es la
excusa que me han aconsejado para poder unificar todos los cuentos que he
escrito sobre ella en un solo libro. ¿Lo comprende?
—No, no
la comprendo, solo entiendo que hay testigos que afirman haberla escuchado
pavonearse de los asesinatos de su amiga Julia…
—¡Pero
hombre de Dios…! ¡Mire que es usted pesado…! ¿Tengo yo pinta de estar tan tonta
como para ir hablando en un bus lleno de gente sobre mi “amiga” asesina?. ¡Vamos,
sería del género idiota…! Ya me he
cansado… quiero hablar con alguien que mande más que usted y le alcance el
cerebro para comprenderme.
—¡Señora,
mucho cuidado, no se pase…! Yo soy el que decide cuando se acaba esta
conversación… Y la siguiente persona que vea es muy probable que sea un juez…
—¡Madre
mía… esto no hay quien se lo crea! ¿Puedo llamar a mi casa…? Es para que no se
preocupen y vayan cenando. Preveo que la noche va a ser larga…
—No, no
puede llamar, pero quizás si confesara me plantearía dejarle usar el móvil…
—¡Y
dale con la confesión…! ¿Sabe qué…? Como esto va para largo… ¿me dejaría papel
y lápiz para escribir un cuento? Esta situación rocambolesca es un material de
primera…
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