Llevo horas ansiando este momento, durante todo el día no he podido pensar en otra cosa, sólo en llegar a casa y tenerlo delante mío; sé que es una locura, que esta relación no es sana, pero cada fibra de mi cuerpo suspira por él.
Siento el cosquilleo en mi estomago, escalofríos de placer me recorren al contemplar su hermosa figura, contengo mis ansias por sentir su sabor dentro de mí, quiero alargar el momento; necesito que el tiempo se estire para retener el placer que me proporciona. Mis dedos no aciertan a despojarlo de todo lo que me impide palpar su forma. Mis ojos no ven nada más que su blanda y escurridiza suavidad. Mi mente y mi carne reaccionan a un único impulso, es mío, solo mío y voy a tocar el cielo cuando lo tenga dentro de mí. Cierro mis ojos para saborearlo con delectación, notando su exquisita esencia en todos mis sentidos...
—¡Maldita sea! ¿Quién se ha comido el último bombón?