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Anécdotas del parquin III
—Buenas tardes, señora, soy Carlos, el vigilante del parquin ¿Tiene algún problema? ¿No localiza su coche?
—¡Oh, no! Muchas gracias, estoy esperando a mi marido…, aunque está tardando un poco. Venimos de una boda…
—¿De una boda? No será la que se ha celebrado a las seis ahí arriba en Capitanía…
—Sí, esa misma, mi marido ha ido a buscar el coche para dirigirnos al convite, es que no puedo dar ni un paso más…, estos tacones me están matando…
—¡Pero, señora…! Ya hace un buen rato que se han marchado todos los invitados…
—¡No puede ser…! Mi marido debe estar viniendo con el coche hacia aquí…
—Perdone que le lleve la contraria, señora, pero le puedo asegurar que ya he controlado la salida de todos los coches de la boda…
—¿Está usted seguro…? Lo cierto es que llevo un buen rato esperando…
—Totalmente seguro y le puedo decir que lleva usted como cincuenta minutos aguardando, por eso me he acercado a preguntarle si tenía algún problema…
—¡Dios mío! Este ca… me la ha vuelt… er…
—Perdón, señora, no la he oído…
—Nada, nada…, no se preocupe, ¿sería tan amable de dejarme utilizar el teléfono? Es que estos bolsos de gala son tan diminutos que no cabe nada, tan solo llevo mi barra de labios y la invitación de boda…
—Lo siento, señora, está totalmente prohibido entrar en la garita, solo el personal, pero…
—¡No me diga eso…! Fíjese que situación… Vivo a kilómetros de aquí, no llevo dinero… Dígame… ¿Qué hago…?
—¡Tranquilícese…! Le decía que podía utilizar mi móvil para llamar a su marido…
—¡Oh, muchísimas gracias! ¡Déme ese móvil, démelo…! ¡No, no se aparte, no hace falta…!
—¿Manuel…? ¿Dónde estás…?
—…
—¿Qué…? ¡Pero…, pero… Cómo que estás en el restaurante… En el parquin, ¿Dónde voy a estar? Me has dicho que te esperara…
—…
—¡Eres un cabrón…! Sí, lo has oído bien, eso es lo que eres… llevo una hora esperándote como una idiota aquí en mitad de este sitio… Es ya la tercera que me haces, no, no me da la gana… ¿Me vienes a recoger o qué…?
—…
—¡Cómo que has bebido un gin-tonic…! ¡Vamos, hombre, déjate de historias…! ¡Estás comiendo…! ¡Ah, perfecto, tú tan ricamente ahí tragando y yo aquí de plantón…!
—…
—¡Mira, déjate de explicaciones absurdas que no se las cree ni tu madre! ¡Qué te olvides de mí! ¡Sí, eso he dicho! Y escúchame bien… ¡Se acabó! ¿Me entiendes? ¡Se terminó, no te aguanto más! Y… a casa no vuelvas, las maletas te las dejo en la calle…
—…
—¡A mí no me chilles…! ¡Vete de viaje con los recién casados, gilipollas…!
—Aquí tiene su móvil, muchas gracias ha sido usted muy amable.
—No es nada, ¿necesita algo más de mí?
—¿Cómo me dijo que se llamaba…?
—Carlos…
—¡Ah, sí… Carlos! ¿Sería mucho pedir que me preste veinte euros para coger un taxi…?
parquin. Adaptación gráfica propuesta para la voz inglesa parking, ‘lugar destinado al aparcamiento de automóviles’. Su plural debe ser párquines . Aunque, por su extensión, se admite el uso del anglicismo adaptado, se recomienda usar con preferencia voces españolas de sentido equivalente, como aparcamiento, en España
DICCIONARIO PANHISPÁNICO DE DUDAS