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jueves, 28 de febrero de 2013

Limpiando dudas

Imagen de Google



Me llamo Juana, Juana Bon y tengo licencia para fregar. Mi trabajo no es de mucho glamour, pero desde que trajino en esta empresa reconozco que me siento más importante. Eso de trabajar en una compañía de hacer películas tiene su punto para presumir con las amigas. Delante de ellas me doy muchos aires, que si he conocido a tal actor, que si me ha dirigido la palabra, que si he estado en su camerino,  todas me miran con envidia. Pero la pura verdad es que cuando llego no hay nadie, solo mucha porquería y desorden. Lo que más me molesta es que hay  manchas de un líquido que cuesta mucho de quitar, no sé, si no supiera que esto es un sitio donde se hace cosas que no son verdad, me mosquearía, es que lo hacen tan bien, pero tan bien, que huele igual que la sangre.
Hoy ha venido la policía a interesarse por mi jefe y me han enseñado la foto de esa actriz tan guapa que dicen en la tele que ha desaparecido. Me han preguntado también si yo la he visto, les he dicho que no, que solo me dedico a lo mío que es tener bien limpio este local. He pensado si debería haberles contado lo de las manchas que he fregado estos días atrás, pero me ha parecido que mejor no. El asunto del trabajo está muy mal y aquí son puntuales a la hora de pagar.

martes, 2 de octubre de 2012

Repudio

Ilustración regalo del Blog Solamente Lechuga




Desde que vivimos aquí me he acostumbrado al mutismo de las noches, en La Tierra no eran silenciosas.
Cuando se instala la oscuridad todo se calla como si el universo entero  hubiera expirado. Me siento náufrago en la nada insonora que me rodea, la angustia se me aposta dentro y hasta las respiraciones humanas desaparecen aplastadas por el amenazador silencio.
Solo unos cientos escapamos y nos establecimos aquí, derrotados y exilados de la esperanza. Sobrevivimos, pero este planeta no nos quiere y algunas noches emite un hiriente lamento por su hermana muerta. Cuando eso ocurre algunos de los nuestros desaparecen.

martes, 18 de septiembre de 2012

Zalagarda

Imagen de Google



Desde hace un tiempo en casa vive un elefante. Se coló un día sin que me diera cuenta y parece que tiene intenciones de quedarse mucho tiempo.
He intentado hablar con él pero creo que es sordo, sacude su enorme cabeza y sigue a lo suyo. Es un tanto complicado vivir con semejante volumen en un piso pequeño, pero lo que se me hace más engorroso es conseguir alimento para satisfacer su voracidad. Nunca hay bastante, cada día está más gordo, mientras que yo he perdido peso, estoy tan delgado que si me pongo de lado casi no se me ve.
Mis vecinos también han sido invadidos por otros especímenes y de la misma manera que me ha ocurrido a mí. Entre susurros y miradas cómplices nos vamos confortando, con el anhelo de que esto acabe pronto. Aunque todos nos consolamos, ya que nuestros ocupas no son tan desagradables como los que se han colado en la casa del vecino del sótano, la más humilde. Él y su familia tienen que convivir con unas hienas que cuanto más esquelético los ven, más se ríen.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

El paseante nocturno

Imagen de Google




Mi calzado es silencioso y siempre llevo prendas oscuras. Con todas estas precauciones puedo salir a pasear cuando oscurece.
Camino en la noche, alejándome siempre de la luz de las farolas. A veces he encontrado andando a otros como yo, pero hace tiempo que esto no sucede.
En mis vagabundeos no puedo evitar atisbar por las ventanas, escondido entre las sombras veo a las parejas, a veces con hijos, sentados cómodamente ante la pantalla del televisor. Ignoro lo que sucede en otros lugares, pero sospecho que es igual que aquí. Siempre es la misma rutina, observando el aparato desde las ocho de la tarde hasta las doce, después a la cama para descansar y poder producir.
Conozco el castigo por trasgredir la norma, pero la única emoción que  queda, cuando todo en la existencia está reglamentado, es salvaguardar estos paseos nocturnos.

martes, 21 de agosto de 2012

Tango

Imagen de Google



     
         Desliza con suavidad la punta del zapato por el suelo gastado del viejo quilombo. A la luz mortecina del local se deja llevar por el sonido del bandoneón, suena triste, llora notas de sangre.
       Aprieta  con rabia el cuerpo que  cuelga blando  entre sus brazos, gira y gira en su loco desvarío intentando dar vida a ese tango que ha nacido marchito. Quiere volver al principio,  observa alucinado esos ojos que ya no ven,  su mirada se desplaza sin querer hasta el hilillo de sangre que muy lentamente escapa de la comisura de los labios,  nunca más le susurraran palabras de amor.
          Se ha cumplido la ley del arrabal. Esta mujer es suya y no bailará con otro.

martes, 10 de julio de 2012

Hay algo





Hay algo en la oscuridad y se mueve. Lo sé, igual que conozco el motivo por el que estoy aquí. Mi espíritu ha quedado varado en este lugar deshabitado, lleno de sufrimiento y dolor.
Buscaba la nada, hundirme en el no ser, creí que el término de la vida era el fin de todo, no tenía previsto existir anclada en este lugar donde solo habitan los susurros y los fantasmas de todos los que antes fueron.
No puedo verlos pero los oigo, soy incapaz de atraparlos pero los siento pasar a mi lado, me recuerdan que están cerca, que me impedirán encontrar la salida. Me susurran que esto es el precio que hay que pagar por la decisión que tomé.
Hay algo en la oscuridad y se mueve, ya está cerca y no hay nada que yo pueda hacer.

martes, 24 de abril de 2012

La foto

Imagen de Google



No puedo entender este misterio, yo estaba durmiendo en mi tumbona playera tan tranquilo y ahora contemplo este paisaje otoñal.
Una idea se cuela en mi mente, no quiero hacerle mucho caso, pero creo que mi esposa tiene algo que ver con este enigma. Últimamente ha estado muy activa, participando en reuniones con sus amigas, algo sobre magia, estudio de las emociones y cosas de esas raras. Hace poco me encontré un vaso de cristal boca abajo en el congelador, dentro tenía una foto de mujer, cuando le pregunté el motivo de semejante desatino, me contestó con evasivas.
Mi matrimonio no funciona, pero mi dejadez es tanta que no seré yo el que haga algo. Sospecho que ha sido ella la que me ha traído aquí, algo se removió en mi interior cuando la sorprendí calentando aquel trozo de plomo en nuestra cocina, eso no es muy normal.
Soy incapaz de moverme, a mi espalda sólo consigo ver una extraña oscuridad,  es líquida, muy negra, como si estuviera viva; por nada del mundo me acercaría a ella. No me atrevo a caminar, no hay nada para orientarse, y estos árboles tan faltos de vida se mueven, estoy seguro, un par de veces por el rabillo del ojo lo he notado. Apenas consigo respirar, tengo miedo, el silencio es opresivo, nada se oye; ni siquiera el susurro de mis sandalias sobre las rojizas y resecas hojas que pueblan el camino. Los latidos de mi corazón desbocado, resuenan de tal manera en mi cabeza que siento que todo el bosque los oye. ¡No aguanto más, sé que voy a gritar!
—¡Mónicaaaaaa, sácame de aquíííííí!

                                                      ***

Las dos mujeres charlan animadamente en el luminoso salón. Contemplan desde sus blancas butacas la playa que se divisa a través de la amplia terraza.
—¿Estás contenta en nuestro grupo Mónica?
—Por supuesto, Mara, pertenecer a este círculo tan especial ha abierto mi vida a un mundo de insospechadas posibilidades.
—Me alegro, y te felicito por el buen gusto con que has decorado este apartamento, aunque…
—¿Qué pasa Mara? Dime…
—Esa fotografía, no sé, encuentro que no cuadra con este ambiente tan veraniego, es tan… otoñal.
—No te preocupes, estoy haciendo uno de los trabajos de magia que me habéis enseñado, en un par de días me desharé de ella.
—¡Mujer, no hace falta que la tires! ¿No es tu marido? Parece estar gritando.
—Sí, es él, y esa instantánea es mi regreso a la libertad.
—¡Ah, ya comprendo…!
Ambas amigas giran su vista hacia la claridad del día, mientras una sonrisa de complicidad se instala en sus labios.