Seguidores

jueves, 27 de diciembre de 2012

Catalina forever

Imagen de Google



—Buenos días, pequeña,  ¿puedes abrir el bolso…?
—¿Por qué?
—Pues porque esto es una aduana, y debemos revisar todos los bolsos y maletas para que no entren en el país materiales peligrosos. ¿Quieres abrirlo?
—Creo que no, llevo mis juguetes… mi papá es el que lleva las maletas, él se lo enseña todo.
—Vamos a ver… tienes que enseñar el contenido de tu bolsa, como todos los ocupantes del avión.
—Pero es qué… no creo que sea una buena idea señor aduanero.
—¡Mira niña, ahora mismo dejas en la mesa el bolso abierto y me enseñas el interior, no podemos perder más tiempo, la gente se está impacientando!
—¡Vale! Pero tenga cuidado y no la asuste…
—¿Asustar? ¡Ahhhg qué es esto…!
—Se lo he dicho, tenga cuidado y no es esto, es esta… es mi amiga Catalina.
—¡Pero…pero niña… esto es un monstruo, es una bicha! ¡Por Dios, apártala de mí! ¿Dónde está tu padre? ¿Qué haces tú con esta alimaña?
—Mi padre está ahí deshaciendo las maletas para que las vea el señor que es como usted; y Catalina no es una bicha ni ningún monstruo, es una pitón real bebé y es mi amiga…
—¡Amiga! ¡Pero como va a ser tu amiga semejante bicharraco! ¡Niña, esto no se puede pasar, ahora traigo una caja y la metes ahí hasta que decida mi Jefe.
—Yo no voy a meter a Catalina en ninguna caja, no me voy de aquí sin ella. ¡Papiiiiiiiiiiiiii!
—¡Ely, ¿por qué chillas de esa manera?
—¡Me quiere quitar a Catalina…!
—Señor, ¿no sabe usted que no se pueden traer animales exóticos y peligrosos? ¿Usted tenía conocimiento de lo que llevaba su hija en el bolso?
—No, por supuesto que no, creía que había convencido a mi hija para liberarla en el lugar del que venimos. Pero veo que no ha sido así.
—Pues yo tengo que requisarla…
—Hombre, sea usted comprensivo, es Navidad, está muy encariñada con ella, ¿no podría hacer una excepción?, son muy amigas… Además no es peligrosa.
—Mire, yo lo siento, pero este animal no puede pasar por muy amiga que sea de su hija, las leyes son para algo… Nada de animales exóticos y peligrosos…
—Papi yo no me voy sin Cata…
—Ely, cállate por favor…
—Niña, suelta a la bicha, y déjala en la caja…
—¡Qué no, y no, y no… yo de ella no me separo, me quedo con ella…

***

Después de largas horas de discusiones y de utilizar mucha diplomacia, Catalina fue adoptada en el zoo de la ciudad. Su amiga tuvo que ceder a las leyes que les prohibían estar juntas. La visitaba siempre que tenía tiempo libre, hasta el día que tuvo que volver a cambiar de localidad. Meses después, la cuidadora de los ofidios envió una carta muy cariñosa. Comunicaba que Catalina había muerto víctima de una enfermedad desconocida para los veterinarios del lugar.
Ely siempre pensó que murió de tristeza.



jueves, 20 de diciembre de 2012

Un cuento antes del fin del mundo

Imagen de Google




Un mal día

Siempre se ha dicho que unos nacen con estrella  y otros estrellados, pertenezco a estos últimos, leed mi historia y veréis si tengo o no razón.
Con la firme idea de suicidarme cogí la cuerda más fuerte que pude encontrar y me dirigí resuelto hacía un puente. Contemplé durante unos minutos el cielo y el paisaje que desde allí se vislumbraba, una visión hermosa, pero no lo bastante para frenar  mi decisión. Até bien la cuerda a la barandilla y encaramándome sobre ella sostuve con fuerza el nudo alrededor de mi cuello, y con los ojos cerrados me impelí al vacío. Lo siguiente que recuerdo es un terrible dolor en el cóccix y la agonía de intentar gritar mi sufrimiento. ¿Esto es morirse?, pensé, ¡qué raro! Al abrir los ojos contemplé el mismo paisaje que unos momentos antes y para mi consternación descubrí que la cuerda, ¡la maldita cuerda!, se había roto. Una parte colgaba del puente y la otra aún seguía en mi cuello, riéndose de mí. Fue tanta mi rabia que me dirigí al pilar más cercano y sin pensar me líe a darle golpes con mi cabeza, una y otra vez. Al cabo de unos segundos empecé a notar diminutos ríos de sangre que se deslizaban por mi cara. Me estaba hundiendo en la inconsciencia cuando oí el primer choff, después otro y otro hasta que la curiosidad fue tan grande que abrí los ojos y miré. A mi alrededor caían personas una detrás de otra, pensé que los golpes me habían trastornando, aquello era una locura. Al intentar asomarme casi me aplasta una señora gorda que caía a toda velocidad enseñando sus inmensas bragas de color carne, la esquivé por milímetros. ¿Qué estaba sucediendo? Refugiado bajo el puente contemplaba aquella lluvia de cuerpos, me dirigí hacía el más cercano, aún respiraba, y arrastrándolo para evitar que nos cayera alguien le empecé a dar palmaditas en la cara. Me miró alucinado, quizás sorprendido de estar vivo. ¿Se puede saber que está pasando? ¿Por qué se tira la gente?, le dije. Cerró y abrió varias veces sus ojos con una expresión de infinito asombro, a duras penas alcancé a oír sus palabras ¡Insensato! ¿No has oído las trompetas? ¡Es el fin del mundo! ¡El fin del mun…! Ya no habló más.
Y aquí estoy, sentado bajo este pasadero contemplando como cae la gente sin parar y sintiéndome el más ridículo de los mortales. Solo a mí se me podía ocurrir suicidarme el día del fin del mundo.



Micro que participa en la propuesta de Marina, del blog No me vengas con historias. Como queda una hora para ese fin del mundo, a lo mejor te apetece saber las ocurrencias de otros participantes. Puedes verlo pinchando aquí.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

A fuego lento

Ilustración del Blog Esta noche te cuento



La cebolla tiene que quedar muy fina, para que apenas se note. Con la carne va a ser más difícil. Me lo voy a tomar con calma para no dejar ni una mota en los huesos, bien limpios se van a quedar. Seguro que salen unos cuantos paquetes, para preparar varios pucheros, menos mal que tengo un buen congelador. El más grande lo usaré el domingo para la comida con mi suegra. Es que me estoy imaginando su cara cuando pruebe el estofado, seguro que repite, la muy zorra. Intentará averiguar de donde he sacado esta carne tan buena, insistirá con esa machaconería que me pone enferma, pero se va a quedar con la ganas, sí. ¡Qué calor hace en esta cocina! ¡No importa! Hay que seguir hasta que el agua coja el gusto de las verduras y después le voy a poner este trozo de espalda, ¡la tenía grande, el cabrón! Pedazos muy pequeños, así la voy a cortar, para que quede mejor y luego a hervir muy lentamente. No hay nada como el fuego lento para ablandar cualquier carne. Ya lo decía mi madre: mejor a fuego lento, muy lento.





Con este texto participé en la convocatoria del mes de Noviembre del Blog Esta noche te cuento cuya consigna era: Como el fuego. Podéis leer más participaciones pinchando aquí

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Aficiones

Imagen de Google



Mi amiga Silvia tiene afición por los recipientes para contener flores y por coleccionar maridos, lleva cuatro matrimonios. Hoy me ha invitado a su casa para mostrarme su última adquisición, es un florero nuevo y muy original. También me ha dicho que le ha costado trabajo limpiarlo,  han sido necesarios muchos enjuagues a altas temperaturas para conseguir dejarlo totalmente libre de impurezas.
Mientras coloca el reluciente cráneo lleno de zinnias, intento razonar con ella que estas no son maneras de terminar un matrimonio y que hay formas más sencillas de coleccionar jarrones. No sé, el nuevo contenedor para flores es insólito, no voy a negarlo, pero me siento algo incomoda tomando el té junto al cuerpo decapitado de su último marido.