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He decidido salir a matar, creo
que me merezco un pequeño capricho, al fin y al cabo es Halloween.
Recorro las calles envuelta en el
ambiente festivo, aquí y allá grupos de personas disfrazados para la ocasión se
dirigen a las fiestas que se han organizado por toda la ciudad.
Sonrío, no necesito ocultarme,
soy bastante fea y me gusta vestir de negro, si alguien se fija en mí,
probablemente pensará que llevo un buen disfraz de bruja.
Camino buscando una victima,
necesito sentir el cosquilleo que me lleve hasta ella, sé que en algún momento
aparecerá.
La luna llena ilumina todo creando
un ambiente adecuado a la celebración. La voz dura y desagradable me hace
girar, al fondo de la calle un tipo vestido de Drácula zarandea con dureza a
una pequeña figura disfrazada de Vampira. El hombre da una fuerte bofetada a la
mujer, acaba de asegurarse el siguiente puesto en mi lista de asesinatos.
La vampiresa corre cegada por sus
lagrimas, se pierde entre la multitud, el espécimen camina mascullando unas
palabras, anda ligeramente bamboleante. Mi mano acaricia posesivamente el
cuchillo dentro del bolso, ¡Dios! ¡Qué bien me siento! Todo se está conjugando
para que mi celebración sea perfecta.
El individuo se aleja del bullicio, deja atrás
la calle principal y enfila hacia los callejones del barrio antiguo. Se
tambalea, ha tropezado con su ridícula capa y la recoge entre sus brazos, ardo
en deseos de hundirle mi arma, pero me contengo, todavía pueden verme. No
importa, cuanto más dura esta persecución, más placer me proporciona.
Cada vez está más oscuro, la
estrechez de las calles impide que la claridad de la Luna llegue hasta
nosotros. El muy imbécil sigue murmurando, no entiendo nada de lo que dice.
¡Mierda!, exclama, ya me he vuelto a equivocar. Se ha metido en un callejón sin
salida, y cuando se vuelve, ahí estoy yo. ¿Qué hay guapa?, masculla. Este tío
es idiota, sonríe como un tonto cuando aparece mi cuchillo y sigue sonriendo
cuando se lo clavo en el pecho. No he buscado su corazón, no, quiero que dure
un tiempo, su cara adquiere una expresión de incredulidad y como el moribundo
que ya es, solo alcanza a decir: anda pero si no es de pega, me has matado. Definitivamente
este Vampiro es un cretino que no merece más tiempo y acabo por arrastrar con
fuerza la empuñadura hasta llegar a la altura de su corazón. Lo veo caer como
una marioneta a la que han cortado los hilos, y queda tendido sobre su capa,
del mismo color que la sangre que ya se desliza hacia la cloaca. Algo llama mi
atención en su boca abierta, la risa me surge espontánea, ya tengo souvenir de
esta noche: sus dientes de falso vampiro.
Me fundo con la oscuridad mientras emprendo el
regreso a casa. ¡Feliz noche de
Halloween!